¿Cómo definirías a tus abuelos? ¿Cuándo eras chico, que eran tus abuelos para vos? ¿Los visitabas algunos domingos a la tarde o eras compinche con ellos y estabas siempre en su casa? ¿Los hermanos de tus abuelos (tíos abuelos), eran copados o solo los veías en las fiestas o en algún cumpleaños?
Viernes por la noche (hace mucho tiempo, 27 años para ser exacto, lo cual es mucho tiempo en serio, ahora que me pongo a revisar los números).
– Ma me quiero ir a la casa de la abuela Elsa.
– Bueno, ahora te llevo.
Resultaba que la salida del viernes desde casa, hacía la casa de la abuela era un viaje sin retorno, o por lo menos con un retorno los domingos a la noche. Donde pasábamos demasiado tiempo en la calle y jugando a todo aquello que podíamos. Con todos aquellos amigos que vivían en la misma cuadra.
El viernes por la noche era común la pizza casera, el nono se ponía el delantal amarillo o cuadriculado, y se dedicaba a amasar para toda la familia. La nona hacía la salsa de tomate y cortaba el queso mantecoso (nada muzzarella, la pizza era con queso mantecoso).
De postre siempre o casi siempre, unas mandarinas pelada por el abuelo, que repartía de manera equitativa (3 gajos para él, uno para mi y uno para Maxi). Después el patrón decidía si había café o té. Pero también antes de dormir, podíamos tomar alguna que otra bebida alcohólica (Legui o Ponche Capitán de Castilla).
Luego a dormir, cada uno a su pieza y sin hacer muchos problemas. El tema era ir a dormir temprano, para levantarnos temprano también, para disfrutar de todo el sábado. Y el sábado era despertarse tipo 9 hs, desayunar un Nesquik con muchas galletitas, para llegar sin problemas hasta el mediodía y salíamos a la calle a jugar. Nunca se sabía que íbamos a hacer, desde andar en bicicleta hasta ir hasta el río a jugar o pescar. Ir a la plaza del barrio o andar en skate.
Quizás eso no era lo importante (el que hacer, sino como hacerlo y donde). Pero era fijo, a las 18 hs, había que estar en Rosales y Roma, esperando que apareciera la Tía Abuela Marta, que venía caminando desde Libertador cuando se bajaba del colectivo 168. Y era salir corriendo a buscarla una vez que divisábamos la figura a la distancia.
A veces hacíamos trampa y la esperábamos en la parada del colectivo (y empezábamos el fin de semana, con un reto, justificado pero que a nosotros no nos importaba). Seguíamos los fines de semana con los 3 abuelos, haciendo cosas como cocinar, jugar o ver determinados programas en la televisión y dormíamos juntos con mi tía. Esos momentos se extendían hasta el domingo a la tarde, cuando la Tía volvía a su casa y mis viejos nos venían a buscar, para llevarnos a casa, donde empezábamos de nuevo la semana, esperando con mucha impaciencia la llegada del viernes. Para volver a empezar los fines de semana.
¿Por qué surgió este post?
Porque el jueves de esta semana, mis 2 hijos se fueron a dormir a la casa de sus abuelos, por primera vez los dos juntos. Porque estuvieron felices de irse. Porque mi señora y yo, estabamos esperando un llamado a las 2 AM diciendo que Miki estaba queriéndose volver a casa.
Pero nunca llegó ese llamado. Y no fue que volvieron a la mañana siguiente diciendo que nos extrañaban y que estaban felices de volver a vernos. No, al otro día se fueron al Planetario con sus abuelos y con sus primos, a disfrutar de los patos y de todo lo demás que está por allí.
Estoy seguro que sus abuelos disfrutan de cada momento con ellos, que los malcrían a mas no poder, que les dicen a todo que sí y que tratan de sacarles esa energía positiva que solo los niños inocentes irradian.
Pero por sobre todas las cosas, estoy feliz porque mis hijos tendrán lo mismo que tuve yo cuando fui chico. El amor incondicional de mis abuelos, ese amor que hace que cuando crezcas los valores y los cuides. Ese amor que te hace extrañarlos cuando no están, pero que te acordas de cada momento que viviste con ellos.
Porque aprenden de esas personas que no solo me criaron como soy ahora, sino que le van a inculcar los mismos valores a los que son mis descendencia y que son tan de ellos como míos. Para mi dejarlos criar a mis hijos, es una forma de agradecerles mi crianza, pero también de demostrarles que quiero que mis hijos tengan esos valores que hacen que uno sea la persona que es.
Gracias por cuidarlos, amarlos, quererlos, enseñarles, respetarlos, corregirlos y por sobre todas las cosas malcriarlos. Ellos se acordaran de esto, y me permitirán cuidar a sus hijos y criarlos, de la misma manera que ustedes cuidan y crían a los míos.
“….Al camino que elegí, yo no sé quien me llevó, si las vueltas de la vida y si las vueltas las dí yo……”
Gonzalo
gracias gonzalo y nica . gracias por dejarlos , nosotros somos mas felices .que aGUSTIN Y MICAELA, porque mas alla de compartir con ellos cosas, nosotros sabemos que ellos son felices aqui. este ir caminmando por la vida trabajar con jovenes. nos ha hecho dar cuenta que lo mas importante en-la vida de las personas es el amor , pero se tiene que dar sin verguenza porque sino uno se lo pierde y sabemos que el ,tiempo pasa y no se recupera y es una manera de ensñarles a ellos como expresar el amor, Ustedes saben que mas alla de darles los gustos ,les ponemos limites , le damos lo que les gusta que muchas veces no pasa por lo material sino por compartir la preparacion de los panqueques que tanto le gustan a Agustin , salir tarde a nadar en bicicleta, y tirarnos juntos en los jegos de una paza, y ver con felicidad loss ojos de sorpresa por lo que hacemos . Tenemos claro que por nuestros nietos se para el mundo y ya pensamos como seran las luchas en la cama cuando este el nene de Maxi y Marina .
El que micaela se halla quedado en casa fue un trabajito de a poco , darle confianza, seguridad, y eso como decis vos lo he mamado en mi casa. pero tambien se, que lo que queda siempre son los recuerdos ,por eso tratamos de dejarles esos recuerdos a nuestros nietos …. los amamos gracias milllllllllllllllllllllllllllllll